Da igual la edad que tengan nuestros niños/as, ya sean peques o grandes al taller de animales se llega con una sonrisita y se sale con la más grande que podamos tener.
Acariciar a los conejos, alimentar a las ovejas, bañar a los cerdos, coger a las gallinas, cepillar a los caballos...
Nuestros animales son inyecciones de felicidad.
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