Reunirnos en las escaleras, cantar para entonar el cuerpo, ver llegar personajes fantásticos y jugar a mil historias.
Esas son las noches remolineras, llenas de magia y diversión, como anoche que nuestros niños/as tuvieron que recomponer las piezas perdidas de un barco, enfrentarse a otros grumetes y ganar doblones para su tripulación.
Una noche estupenda que terminamos con la búsqueda del tesoro.
¡Qué bonitas son las noches remolineras!
Y se recuerdan toda la vida!
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