Cuenta la leyenda que habita en El Remolino un alcornoque centenario que cumple los deseos más puros de todos aquellos niños y niñas que los piden desde lo más hondo de su corazón.
Ese alcornoque guarda dentro de su corteza toda la magia de la naturaleza y gracias a la energía de los niños y niñas que lo tocan cada día y lo abrazan, esa magia sale de su interior transformada en deseos cumplidos.
Ayer los más peques lo visitaron en el taller de Investigación del Medio y no perdieron la oportunidad de ofrecer su energía al árbol que sabe escucharlos.
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