Ayer estuvimos en el taller de Huerta Ecológica con la monitora Patri.
En la huerta hay muchos trabajos que hacer, como regar, quitar malas hierbas, recoger lo que está listo y plantar nuevas semillas.
En el rato más fresquito de mañana realizamos todas esas tareas, aprendiendo lo duro que es el trabajo en el campo. Pero cuando empieza a pegar el sol comenzamos otra clase de actividad.
Una actividad sensorial en la que sentimos la tierra.
A través de un ejercicio de relajación, tumbados en el suelo, en contacto con el suelo del jardín comestible, vamos uniéndonos con la tierra.
Sintiendo desde la punta de los pies a la cabeza la energía que esta nos transmite.
Luego compartimos esa energía con nuestros compañeros y compañeras a través del contacto.
Es una experiencia inolvidable y preciosa, si alguna vez tenéis la oportunidad no dudéis en probarlo.
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