En el Remolino intentamos que los niños y niñas comprendan que el trabajo que se realiza en la huerta se traduce en una recompensa exquisita, que son los productos que salen de ella.
Por ello intentamos que todos o casi todos los grupos de taller puedan comprobar aquello de que la energía ni se pierde ni se destruye, se transforma, y hacemos que vean, toquen y usen los alimentos que nos va dando la huerta ecológica.
Esto los ayuda a comprender de dónde viene la comida que llega a sus platos, qué trabajo llevan detrás estos alimentos, el uso que se les puede dar, relacionándolo con el taller de alimentos y plantas naturales, y por supuesto lo riquísimo que esta algo cuando eres tú mismo quien lo trabaja, lo cuida, lo recoge y lo guisa.
¡Um qué ricos! (Pilar)
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